sábado, 16 de enero de 2010

32 / CARNE A TANTO EL KILO






--------Los holandeses no daban crédito a lo que estaban viendo sus ojos. Hasta entonces, la gente noble y adinerada encargaba a Rembrandt cuadros de tema bíblico, histórico o simplemente de costumbres -que si el rey David, que si una mujer bañándose, tal vez una crucifixión, etc.-, los colgaban en el salón de su casa y ¡a presumir ante sus amistades!
--------Pero esta vez el pintor ha perdido los papeles: se ha atrevido a pintar, por iniciativa propia, el cuerpo desollado de un buey abierto en canal y colgado de una viga. La carne está sanguinolenta, recién cortada y parece que aún chorrea. Ahí están los costillares, los recios jamones tensos hacia los lados y los kilos de grasa blanquinosa. Puesto en un sitio fresco y protegido de las moscas, cabe que pueda aguantar un par de días antes de dar señales de putrefacción.
--------¿Y para qué o para quién habrá hecho Rembrandt este lienzo, de nombre El buey desollado, que está actualmente en el Louvre (París)? ¿Habrá alguien con tan mal gusto que sea capaz de colgarlo en su comedor, para estarlo viendo mientras degusta los manjares más refinados? ¿O en su dormitorio, con peligro de despertarse a media noche sobresaltado? ¿No es más propio este tema para el vestíbulo de un matadero, para un puesto del mercado de carne o para algún museo de los horrores? ¿No será más seguro guardarlo en un frigorífico que aún no ha sido inventado? Sin embargo ahí está. El maestro pasa de todas estas convenciones sociales y defiende que cualquier motivo es digno de ser pintado, siempre que esté bien pintado. Y el buey lo está. La carne sonrosada y blancuzca brilla a través de la penumbra de la despensa. Y, si os fijáis con atención, una mujer se asoma a la puerta del fondo, seguramente para vigilar la evolución de todo este montón de chuletas que asegura el alimento por una buena temporada.
--------Y, como es normal, los malos ejemplos nunca vienen solos. Dos siglos y medio más tarde, a principios del XX, Chain Soutine, un pintor armenio afincado en París, retoma el motivo y hace, no una, sino dos versiones del buey desollado, una de las cuales tenemos al lado. Soutine pintaba casi con desesperación, a base de pinceladas muy anchas y a una velocidad pasmosa. No retocaba lo que hacía, y utilizaba siempre gran cantidad de pintura –estilo Van Gogh- lo que daba a sus cuadros una pastosidad y una textura densa muy propia de este artista. No debió sonreírle la fortuna en la Ciudad de la Luz, pues acabó suicidándose.
--------Y por si fuera poco, unos cincuenta años más tarde el inglés Francis Bacon, un artista con tendencias homosexuales y autodestructivas, vuelve otra vez al tema y representa al buey dentro de un tríptico llamado Tres estudios para una Crucifixión, del Museo Guggenheim de Nueva York. La figura es el centro de un entorno extrañamente rojo y pende del techo ante la mirada atenta de un perro negro que espera el momento de llevarse algo. ------
---------También este pintor murió hace unos años, en condiciones misteriosas, en un hotel de Madrid. Curiosa coincidencia...

3 comentarios:

  1. He hecho un recorrido por las últimas pinturas comentadas. Todas distintas, pero cada una llena de interés. Como siempre, aprendo mucho, porque las comentas con mucho detalle e ingenio. Este rincón es como un pequeño museo al alcance de la mano y de los ojos. Gracias.

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  2. ¿Memento mori o carnicería? ¿Metáfora o bodegón?
    Realmente, impresiona. Creo que existe otro cuadro anterior del autor sobre el mismo tema, con otro buey más iluminado-¿estudio de efectos de luz y sombra en la obra?
    De lo que no cabe duda es de que rompe el molde de pintura de género -bodegón- para innovar temáticamente. Y en cuanto al estilo, con instrumental genérico-literario se trata de una obra naturalista avant la lettre, sin duda.
    Sólo creadores con plena seguridad en su arte son capaces de plantearse obras como ésta, más aún en el contexto histórico del arte de la época.

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  3. Gracias, Susana: Tus opiniones y tu blog, repleto de sensibilidad, animan a seguir leyendo y escribiendo. Anónimo: tengo en gran estima tus reflexiones, fruto a mi entender de un auténtico dilettante del arte y de una persona que se mueve en el mundo de las ideas con facilidad y sustancia. Gracias. Un abrazo a ambos.

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