jueves, 28 de julio de 2011

107 / ¡MUERTE A LA/s MEDUSA/s!


No nos referimos, evidentemente, a esos animalitos transparentes que, verano tras verano, se nos cuelan en las cálidas aguas de nuestro Mar Menor murciano, provocando el pánico entre niños y mayores. La Medusa de que hablamos causaba algo más que una simple picadura, pues convertía en piedra a todo aquél que osaba mirarla. Era hija de Orco y nieta de Neptuno y, con sus dos hermanas, formaba el horripilante trío llamado las Gorgonas. Tenían un solo ojo, un solo diente y un solo cuerno, y las tres los iban utilizando por turnos.

Por otra parte, Perseo era hijo de Dánae y de Júpiter y recibió de un rey celoso el encargo de acabar con Medusa, empresa poco menos que imposible. Pero los dioses se pusieron de parte del superhéroe, pues Minerva le dejó su escudo, Mercurio una espada de diamante y Plutón un casco que lo hacía invisible.

Cuando se enfrentó al engendro, que tenía los cabellos de serpiente, el cuerpo lleno de escamas, dos alas de murciélago a la espalda y un aspecto francamente repulsivo, Perseo limpió y pulió su escudo y se lo puso delante al monstruo que, al verse en él como en un espejo, murió en el acto. Ocasión que aprovechó el héroe para cortarle la cabeza con la espada de diamante.

Aquí entra en escena Caravaggio que, en 1598, pinta sobre un escudo metálico convexo un retrato pavoroso de la Gorgona, tal como quedó tras recibir el golpe mortal. Las serpientes de sus cabellos han quedado también inmóviles y es como si se hubiesen devorado a sí mismas. Su boca tiene el gesto contrahecho de quien ha sido pillado por sorpresa. Los ojos se miran fijamente en el espejo pulido. La sangre salpica a grandes chorros que manan con fuerza del cuello cercenado. El pintor no pierde la oportunidad de mostrar su afición por los detalles sangrientos y morbosos. Por eso se autorretrata como Medusa...

Pero aquí no acaba todo. La cabeza de Medusa, al ser herida, chorreaba una sangre tan espesa y corrosiva como el ácido sulfúrico. De esa sangre nació Pegaso, el caballo volador que ayudó a Perseo en sus empresas posteriores.

El héroe voló a Mauritania, donde reinaba un soberano llamado Atlas que, receloso de que el extranjero viniese a arrebatarle el trono, intentó acabar con él, pero Perseo le arrojó la cabeza de la Medusa y, con su contacto, Atlas quedó repentinamente convertido en montaña. Y ahí tenemos la cadena del Atlas en el norte de África por mucho tiempo aún...

Como estamos viendo en estos textos breves, el arte clásico nos transmite, con su lenguaje figurativo y poético, palpables sensaciones de belleza, al tiempo que nos narra historias que nos entretienen y nos ayudan a comprender el mundo. Una obra cualquiera, como ésta de Caravaggio, puede representar un motivo pavoroso y, simultáneamente, contener la parte de hermosura e inmortalidad que tiene toda obra de arte. “El Arte no pinta sólo la belleza, sino también la fealdad”, dijo Picasso.

“Y al hacerlo transforma la fealdad en belleza”, -añadimos todos los que amamos el Arte por encima de todo. Y de eso, de Arte, Caravaggio sabía un rato…

jueves, 21 de julio de 2011

106 / MUCHACHA ANTE EL ESPEJO


El ostentoso cuerpo desnudo nada en una vorágine de curvas y círculos que son rostros, vientres y senos. Esta mujer, joven y hermosa, se está mirando en el espejo oval de su alcoba. Tiene la pared de su dormitorio decorada con papel pintado que presenta motivos de rombos y puntos de colores intensos, casi hirientes, muy años 60 y muy estilo hippy. Está embarazada, como sugiere ese círculo equidistante de la curva del vientre y la de las nalgas. Algo se está formando en silencio en su interior, una cálida forma redonda en expansión. Como una señal de tráfico que grita: Stop. Ocupado. Prohibido el paso.

Con ambos brazos agarra el espejo y esa postura potencia la redondez mórbida del pecho que se refleja frontalmente, devolviendo a nuestra mirada una imagen carnosa y frutal. Otra fruta más grande aún semeja ese amplio círculo del vientre, situado en la parte inferior del cristal. El rostro está formado por dos medias lunas complementarias, lo que nos permite verlo simultáneamente de perfil y de frente, en un prodigio espacial que inauguró Picasso en sus primeros cuadros cubistas, a principios del siglo XX.

La melena rubia tiene forma de hoja al viento. Los labios son otra fruta madura y el colorete potencia la salud de sus mejillas. Viste sólo una escueta blusa a listas rojas y negras que apenas consigue cubrir sus curvas y redondeces. La tela listada se prolonga hacia la derecha y penetra en el espejo. Con ella entramos al otro lado, al misterio del alma gemela, a la realidad del doble embarazo, el real y el reflejado. El espejo de Alicia recrea y reconstruye, desde una visión artística y diferente, la plenitud de la muchacha en flor. Un simple cristal azogado nos devuelve la imagen de la forma primigenia, el huevo primitivo, el zigoto cósmico del que todo procede, bajo una serie de listas verdes que, con estructura de punta de flecha, nos dirigen al pecho nutricio, a la fuente de la vida, al manantial de la energía y del éxtasis.

La muchacha sigue mirándose, ajena a su belleza, sin llegar a percibir del todo dónde radica su embrujo de joven, de mujer y de embarazada... Picasso, fauno y devorador insaciable de vírgenes adolescentes, acecha escondido detrás del espejo. Quizás la víctima aún no está preparada para el sacrificio. Pero la espera la convierte, sin duda, en algo infinitamente más apetecible. Aquí están concentrados el bodegón frutal de Caravaggio, los sueños sombríos de Rembrandt y la luz inabarcable de Velázquez, entre otros, todo en un conjunto indefinible.

Esta obra se encuentra en el MOMA –Museum Of Modern Art- de Nueva York y allí espera tu visita... Allí estuvo también muchos años su hermano el Guernica. Cosas de la Historia…

viernes, 15 de julio de 2011

105 / MUNCH y VAN GOGH GRITAN JUNTOS




Esta de arriba es, probablemente, la pintura más expresiva de Edvard Munch, y también la más conocida. Se llama El grito y se encuentra en la Nasjonalgaleriet de Oslo. El autor vivió durante un tiempo en una comuna en Cristiania. Allí compartía con otros todo lo que tenía, y entre todos buscaban juntos el placer y el disfrute de la vida. A pesar de esto, el pintor noruego no pudo evitar ser un hombre atormentado y perseguido por los fantasmas interiores, como tantos artistas de su época –véase Soutine, Modigliani y algunos más-, para los que el suicidio era una de las Bellas Artes. Toda su vida estuvo marcada por el carácter taciturno de su padre, por su propia salud precaria y por la muerte de su madre y de su hermana.

Su escuela venía directamente de Van Gogh, que mana del sufrimiento, y las contrariedades y su misma angustia interior le hacían dibujar sobre el lienzo o el papel líneas atormentadamente curvas y sinuosas y utilizar los colores a contracorriente, fuera de todo control realista o representativo. Este impulso les venía a ambos sin duda del viento del norte donde, según las estadísticas, se da el mayor porcentaje de suicidios del mundo. Ambos, además, sentían la necesidad de poner por escrito lo que querían expresar en sus cuadros, un poco al estilo de la pintura oriental.

Tenemos la suerte de poder leer lo que el mismo artista escribió sobre este cuadro concreto: “Estaba andando por un camino con dos amigos. Se puso el sol. Sentí un ataque de melancolía. De pronto el cielo se puso rojo como la sangre. Me detuve y me apoyé en una barandilla, muerto de cansancio y miré las nubes llameantes que colgaban como sangre, como una espada sobre el fiordo azul negro y la ciudad. Mis amigos continuaron caminando. Me quedé allí temblando de miedo. Y SENTÍ QUE UN GRITO AGUDO E INTERMINABLE PENETRABA EN LA NATURALEZA...”

El mismo autor deja claro que es la misma naturaleza la que grita. La figura que está atravesando el puente se lleva las manos a los oídos y tiene la boca abierta, pero cualquier sonido que salga de ella está ahogado por el remolino que la rodea. El cuerpo se ondula ante la fuerza de su propio grito, y lo mismo les ocurre a las nubes y a la superficie del mar. Igual que le pasa al cielo y a los cipreses de Van Gogh, que se curvan bajo el peso de su mismo vórtice, de su misma agitación interior.

Esto es puro lenguaje expresionista, si es que hay que llamarlo de alguna manera. Los dos pintores se sienten totalmente acordes con la naturaleza que les rodea y vibran al mismo ritmo que ella. La figura de Munch grita también al unísono con el paisaje de Van Gogh. Sólo así se entienden las sentidas descripciones del entorno que hace Vincent en sus escritos-, hasta completar el libro llamado Cartas a Théo.

Edvard Munch no parece haber dejado un testamento literario tan amplio -aunque sí nos ha legado numerosos textos-, pero en sus colores y en sus pinceladas se esconde la misma angustia que en los lienzos de Vincent. Ambos acabaron siendo víctimas de su entusiasmo y de su entrega absoluta al arte y a la expresión, utilizando lenguajes propios e irrepetibles.

Ambos gritaron fuerte y existencialmente, pero sólo tras su muerte el eco de su alarido ha conseguido llegar hasta nosotros. ¡Lástima…!

sábado, 9 de julio de 2011

104 / ¡NUMANCIA HA CAÍDO!


Este es uno de los cuadros que se recuerdan de los libros escolares de la infancia: los héroes de Numancia, los que prefirieron morir antes que sufrir la vergüenza de ser sometidos. Sin duda, todos o casi todos los pueblos tienen un suceso parecido en su historia; lo que no tengo tan claro es si todos tendrán también un cuadro tan excelente que lo recuerde. Lo pintó Alejo Vera en 1880 en la Academia de Roma, donde estaba becado por el Estado Español y en la Exposición Nacional de 1881 recibió la Cruz de Isabel la Católica. Actualmente está en la Diputación Provincial de Soria.

Para la gente de su tiempo, ésta es la cara y las actitudes que han de tener los héroes que son capaces de dar su vida por el honor y la libertad. En medio de una ciudad incendiada, junto a las mismas puertas de la muralla, unos pocos personajes teatralizan el heroísmo de todo un pueblo que, según los críticos de la época, “prefirió la muerte al oprobio de la esclavitud romana”.

El centro del cuadro presenta una exposición de las diferentes maneras en que una persona puede morir por la Patria: un noble que acaba de matar a su esposa e hijo se clava un puñal en el pecho; detrás de ellos, un anciano ruega de rodillas a un soldado que le quite la vida, a lo que éste, horrorizado, responde apartando la vista; a su lado una mujer toma una copa de veneno; un muchacho blande el puñal que inmediatamente va a clavar en su propio cuerpo y, por último, un numantino semidesnudo parece desafiar a los romanos que acaban de atravesar la puerta diciéndoles como con sorna: “No os molestéis en matarnos, porque ya nos hemos adelantado nosotros”.

Lo interesante de esta composición -por otra parte muy teatral, bastante afectada y sin duda artificiosa-, está en la elección del instante decisivo. Se trata de compendiar en una sola escena lo que han sido meses y puede que años de asedio, de sufrimientos y de hambre por parte de los asediados y de acoso feroz por parte de los asediadores. El artista elige precisamente el momento en que los romanos –los atacantes- entran en tromba por la puerta de la muralla y se encuentran con un espectáculo dantesco: los vencidos les han robado hasta el placer de poder apresarlos o matarlos. Esta es una actitud indigna sin duda de las leyes de la guerra. “¿Qué pintamos nosotros aquí –parecen decirse los soldados- si ellos mismos se están liquidando entre sí?”

“En una lucha desigual -se dice el pintor a sí mismo-, el vencido puede convertirse en vencedor si lo pinto capaz de desafiar a la muerte y lo represento henchido de heroísmo”. Con ello se compensa la clara inferioridad militar de un pueblo que no duda en ofrecer resistencia al ejército más poderoso del mundo, las legiones romanas.

“En el futuro -piensan los pocos numantinos que aún quedan con vida- nos recordarán con agradecimiento y admiración, pintarán un cuadro sobre nosotros y saldremos en los libros que los niños estudiarán en las escuelas. Engrandecerán nuestra ciudad provinciana con murallas ciclópeas y habrá humo, mucho humo...

Con nuestra muerte voluntaria compramos la inmortalidad y además fomentamos el turismo. ¡Soria también existe...!: “Voy camino Soria...”