sábado, 25 de septiembre de 2010

68 / LA ISLA DE LOS MUERTOS


----------En 1880, una mujer entra en el estudio de Arnold Böcklin, artista aún poco conocido, y le dice con tono misterioso:
-----------Quiero que me pinte un cuadro para soñar...
----------Sin más palabras, Böcklin se pone manos a la obra y nace La isla de los muertos (Kunstmuseum de Basilea). El cuadro tuvo tanta aceptación desde el primer momento que el pintor, para aprovechar el tirón, llegó a pintarlo cinco veces distintas, en cinco versiones diferentes aunque similares. Una de ellas, la tercera, llegó a ser propiedad de Hitler y estuvo colgado en las paredes de su despacho. Mala suerte para el cuadro...
---------El tema enlaza con los relatos de la mitología universal sobre la muerte y el paso a la otra vida. A un islote de piedra caliza de color ocre, con construcciones también de mármol de color más claro, que emerge de un mar de un intenso tono azul negruzco, se acerca una barca a remos gobernada por una figura con túnica rojiza. Delante de ella va enhiesta otra figura cubierta por un manto blanco. Ambas acompañan a un ataúd cubierto por una tela de color claro.
----------Es un cuadro eminentemente sensorial. Esta noche el mar está tranquilo y podemos oír, suave y rítmico, el golpeteo de los dos remos al entrar y salir de la superficie del agua. En las noches de tormenta se oyen los silbidos del viento en los cipreses y en las diversas aberturas de la roca. Entonces el bramido de las olas contra las paredes de mármol lo envuelve todo y apaga los demás sonidos. Pero esta noche todo está envuelto en un tono azulblue de tristeza- nostálgico. Sólo se percibe el silencio.
----------El tema onírico recibe un importante impulso a partir de 1990, con la publicación de La interpretación de los sueños, del Doctor Sigmund Freud y sus teorías sobre el Psicoanálisis. Este libro abre un camino hacia nuestras zonas más recónditas y desconocidas, que se encuentran en un mundo paralelo al que vemos. Es el mundo de lo que no vemos, pero está ahí.
----------La isla de los muertos es una de las entradas al mundo desconocido. Cualquiera de las puertas que horadan la roca puede conducir hacia el inframundo, más allá del dolor y el placer, a un nivel donde las categorías no funcionan como aquí. Algo similar a la Isla de los Muertos que visita Ulises en su viaje de vuelta, para encontrar las respuestas que va buscando a lo largo y ancho del Mediterráneo.
----------El mérito de Böcklin ha sido poner imagen a unas sensaciones que todos llevamos en el fondo más íntimo. Ahí se encierran nuestros miedos, temores y esperanzas, como en la caja de Pandora. Nada es lo que parece pero, al mismo tiempo, todo es real, aunque también irreal. El Surrealismo sabe bien de todo ello. Y el arte fantástico trabaja a nivel del inconsciente.

----------Es un mundo de sombras bañado por la tenue luz de la incertidumbre y, si intentas apresarlo o crees comprenderlo, se disuelve en la nada y desaparece...

sábado, 18 de septiembre de 2010

67 / LA BEBEDORA DE AJENJO


----------Edgar Degas pintó este cuadro –Museo d’Orsay, París- en 1875. Estamos en el café La Nueva Atenas, centro de reunión de artistas y de solitarios. La mujer y el hombre se hallan sentados muy cerca uno del otro, pero no comparten nada. Si acaso les une la copa que tienen delante, llena de un líquido verdoso y turbio. Es la absenta, absynthe o ajenjo, una bebida que llega a tener un 70% de alcohol. El tipo fuma descuidadamente una pipa perfumada, mientras mira por la ventana, pero a la mujer se le nota la soledad en los ojos, preñados de ausencia y de nostalgia.
----------El ajenjo, también llamado asintio, se obtenía por destilación de un puñado de hierbas, entre ellas una variedad de Artemisia, de sabor amargo y con propiedades medicinales, ya conocida por los médicos griegos y árabes. En Francia encontró el ambiente propicio para su consumo y llegó a ser la bebida típica de los literatos y artistas bohemios del París de las buhardillas. Se endulzaba con un terrón de azúcar y, al echarle un chorro de agua, se enturbiaba, al estilo de nuestra paloma de anís seco, pero en verdoso en vez de en blanquinoso. Zola, Verlaine y Baudelaire entre los escritores y artistas como Van Gogh, Gauguin y otros fueron adictos consumidores de la absenta que –luego se supo- atacaba al cerebro gracias a un componente llamado tuyona.
----------Llegó a ser tan popular que, en toda Francia se institucionalizó “l’heure verte”, algo así como una hora del día en que prácticamente el tout Paris estaba tomando ajenjo en un sitio u otro. Algo similar al five o’clock tea de los ingleses, pero más hard, más agresivo y con tintes progres. Posteriormente se fue comprobando que su consumo continuado llegaba a producir alucinaciones, calambres, convulsiones y un deterioro mental irreversible. Bajo sus efectos se cometieron muchos crímenes y los obreros dejaban de ir a trabajar porque se quedaban en casa durmiendo la mona de la absenta. A esta nueva enfermedad social se le llamó absentismo, tan frecuente en nuestra actual sociedad laboral y sobre todo en nuestro funcionariado, aunque por otros motivos.
----------Pero Ellen Andrée, la modelo del cuadro, ignora todo esto. Ella sigue acudiendo diariamente al bar, donde ya tiene un sitio reservado, para sumergir en ajenjo su tristeza y los fracasos que van jalonando su monótona y aburrida existencia.
----------Aún es hermosa, pero los golpes de la vida la han hecho ya frágil y quebradiza. Es hermosa, sí, pero también es triste...

domingo, 12 de septiembre de 2010

66 / MENINAS’s SHOW VII: ¿De quién es el perro?



----------Cuando, mientras Velázquez retrata a los reyes, irrumpe la infanta Margarita con las Meninas y toda la patulea, el primero que se planta en un lugar preferente es el perro, un formidable mastín español, ya entrado en años, de cabeza y pecho poderosos y acostumbrado a aguantar las mil y una perrerías a que lo tenían acostumbrado en el ambiente cortesano. Claramente, no se cumple en la infanta niña aquel refrán de “no tiene padre ni madre ni perrico que le ladre”, puesto que la infanta lleva con ella, en este caso, no uno sino tres perros, uno de cuatro patas y dos de sólo dos, y no patas, sino piernas.
----------En efecto, ahí los tenemos, al mismo nivel que la mismísima infanta y casi chupando más cámara que ella. Son dos enanos de la corte, con nombres y apellidos, pero cuya función es muy similar a la que tiene el perro: divertir a la niñita, entretenerla con un sinfín de monerías y aguantar sus bromas, sus empellones y, en ocasiones, puede que sus patadas. Exactamente lo mismo que hace el perro, pero sin ladrar.
----------La primera se llama doña Maribárbola, y procede de la lejana Alemania, de donde también vino el fundador de la dinastía, Carlos I de España y V de Alemania. Viste un precioso vestido azul con ribetes de seda y tiras doradas. Lleva un vistoso collar de oro al cuello, aunque lo que más resalta es su enorme cabeza, producto de una macrocefalia que la acompaña desde su nacimiento. Aun siendo pequeña, como lo son sus manos infantiles, su rostro es poderoso y enmarca unos ojos profundos, una nariz ancha aunque achatada y una gran boca que se derrama en las comisuras. Su cuello es ancho y fuerte y sus brazos cortos quedan disimulados por unas mangas elegantes, según la moda más fashion de la Corte. Nos mira con atención –en realidad mira a los reyes- y, al hacerlo, nos da una categoría similar a la de los monarcas. Cosas del arte…
----------El segundo se llama Nicolás de Pertusato, aunque aquí le dicen Nicolasito de Portosanto, más que nada por la confianza y porque suena más de aquí. El hombre –que no niño, pues ya no cumple los cuarenta- no tiene más manía que pegarle patadas al perro, que mira a los reyes y, como siempre, al mirarlos nos mira a nosotros. Cosas de Velázquez...
----------Los tres “perros” visten elegantemente, de azul y seda la una, de rojo y seda el otro y de suave pelo aterciopelado el de cuatro patas. Entre todos forman un conjunto que late al unísono, una tríada compacta porque comparten experiencias similares: todos ellos tienen que aguantar las gracias poco graciosas de la infanta, de las Meninas, de los ayos y hasta del hombre de la escalera. Pero con una diferencia: los dos primeros recibían del Rey regalos y propiedades, mientras que el tercero sólo recibe puntapiés. A pesar de ello, Don Diego le regaló la inmortalidad y, hoy por hoy, es sin duda el perro más famoso de la historia.
----------¡Lástima que no tenga nombre! Aunque, puestos a sugerir, ¿qué tal suena Menino? Bueno, mejor lo dejamos...

sábado, 4 de septiembre de 2010

65 / MENINAS’s SHOW VI: El hombre de la escalera



----------Si algo no era Don Diego era un chapuzas, ni un hombre que hiciese las cosas al tuntún. Presuponiendo esto, ¿qué hace aquí este señor del fondo que, cuando va a subir las escaleras aparta la cortina y se vuelve para mirar hacia el estudio del pintor? Y sobre todo, ¿qué pinta en un cuadro del que ya sabemos que, más o menos solapadamente, es un retrato de la familia real? Y, además, ¿por qué el punto de perspectiva del cuadro está justamente en su mano derecha? ¿Tan importante es?
----------De él sólo sabemos que se llamaba José Nieto Velázquez –nada que ver con nuestro artista- y que optaba por entonces al puesto de Aposentador Real, al que también aspiraba el pintor, por lo que parece que las relaciones entre ambos no eran muy cordiales. Luego si Velázquez le dio gratuitamente la inmortalidad incorporándolo al cuadro, no fue por tráfico de influencias, ni tampoco para devolverle un favor. Antonio Buero Vallejo, en su estupenda obra Las Meninas (1960), plantea en clave teatral la rivalidad entre estos dos cortesanos candidatos ambos a un mismo cargo importante en la Corte.
----------Pero más importante que la clave teatral o literaria es, en este caso, la clave artística y aquí sí que Velázquez lo tenía claro: El cuadro necesita claramente un foco de luz en el fondo, y, además, que este foco esté muy localizado. El dilema es el siguiente: si entra demasiada luz y de forma indiscriminada por atrás, las figuras del primer plano –infanta, meninas y enanos sobre todo- perderán importancia pues se verán en contraluz y, por contra, los ayos, que apenas tienen vela en este entierro, cogerán un protagonismo que no se merecen. Pero, si no entra algo de luz, el espejo no tendrá la claridad necesaria para que en él se vean reflejadas –o proyectadas, no olvidemos- las dos figuras de los reyes. Y –esto sí que está claro- sin reyes no hay retrato real, capisce?
----------Entonces Velázquez echa de nuevo mano del Platonismo y su cabeza comienza a producir ideas. No olvidemos que casi todo lo que aparece en este cuadro o está envuelto en magia o está cargado de trucos. Mediante un juego de espejos hábilmente camuflado al pie de la escalera y tras la cortina -sigo de nuevo la tesis de Ángel del Campo Francés-, logra que un fino rayo de luz entre por el quicio de la puerta de cuarterones, aportando la luz necesaria sin por ello ser un estorbo por exceso de iluminación. Ese rayo se puede ver claramente entre la menina de la izquierda y la infanta, a la altura de los hombros de ambas (ver detalle adjunto).
----------En resumen, que lo de menos era quién abriese la puerta o corriese la cortina. Velázquez, como buen artista platónico, no piensa en tal o cual persona, sino en los conceptos plásticos de luz y sombra y, por las razones que sea –aquí sí que no sabemos nada-, le tocó al tal José Nieto aportar una solución al problema.
----------Suerte que tuvo el tipo que, por esa tontería, vivirá eternamente en el cuadro. Muchos querríamos para nosotros algo parecido...Y para la próxima entrega sólo nos queda el perro...