domingo, 10 de enero de 2010

31 / DORADA DÁNAE


--------Cuando Dánae nació, un vidente le dijo a su padre Acrisio que un nieto suyo lo destronaría. Para evitar esto, nada mejor que obligar a la hija a permanecer virgen. ¿Y cómo? Pues encerrándola en una torre de bronce, inaccesible a todos los hombres. Pero no a los dioses, por supuesto. Y ahí estuvo el fallo, porque Júpiter se enamoró perdidamente de ella y, para poseerla, se transformó en lluvia de oro que se coló por los resquicios de la puerta y la fecundó. De esta forma, el destino se cumplió de manera inexorable. Pero retomemos el lenguaje del Arte:
--------En este cuadro del austríaco Gustav Klimt, titulado escuetamente Dánae, nada vemos del entorno y nuestra observación se dirige directamente a la figura de la mujer encerrada en sí misma -como si de la valva de una almeja se tratara-, pero que no puede evitar que entre las recias piernas se le vayan filtrando las gotas de oro de una lluvia que parece largo tiempo esperada, a juzgar por la expresión del rostro en pleno éxtasis sexual.
--------La muchacha, por su parte, forma con sus piernas y éstas con el tronco un claro esquema en V que le aporta receptividad, al estar abierto por la parte superior, que es por donde llega el elemento fecundante. Con ambas manos se acaricia el cuerpo, mientras disfruta de este momento único, antes de que empiece a formarse en su vientre el germen de quien luego será Perseo, el héroe que llegará a ser famoso por matar a Medusa, el monstruo con cabellos de serpiente que convertía en piedra a quien miraba.
--------Pronto, en efecto, comenzará a formarse dentro de su útero el feto y la misma Dánae está representada en una posición fetal que nos permite vislumbrar de antemano lo que luego habrá en su vientre. Entre ambas manos aparece un pecho breve y escaso que, sin embargo, pronto comenzará a hincharse por el embarazo.
--------Las telas de ambas esquinas, que flotan al viento, prefiguran algo que acaba de abrirse, una puerta que, voluntariamente, se encuentra de par en par ante la llegada de Júpiter, capaz –como dios que es- de introducirse hasta los lugares más inaccesibles. Los adornos dorados del tul son como otros tantos zigotos de diferentes tamaños, formas en expansión que, como todo el conjunto, prefiguran la génesis de una vida que comenzará a desarrollarse en el vientre de Dánae tan pronto como acabe de fecundarla el dorado semen del dios… Todo en el cuadro -el esquema y la forma- apoya en esta obra de Klimt el argumento mitológico.
--------Concluyendo, creo que todos coincidimos en que nada hay más incontrolable que el instinto sexual. Júpiter tomaba las más variopintas formas para conseguir lo que deseaba. Dánae, a pesar de su encierro involuntario, llega a ser fecundada pues el destino así lo tenía dispuesto. Y su padre Acrisio acabaría vencido y destronado por su mismo nieto Perseo, porque los dioses así lo habían decidido.
--------En la mitología y en el arte, todo encaja como las piezas de un puzzle...

No hay comentarios:

Publicar un comentario