martes, 25 de enero de 2011

85 / CUANDO LOS HOMBRES PIERDEN LA CABEZA




----------No es corriente encontrar en la historia del arte cuadros o esculturas realizados por mujeres. En una sociedad como la occidental, desde siempre regida y organizada por el género masculino el arte, en cualquiera de sus manifestaciones -salvo, claro está, el arte culinario, el arte del bordado y otros similares- ha estado vetado al género femenino Se diría que la mujer estaba hecha sólo para ser adivina, vidente o bruja.
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Por eso resulta tan curioso encontrar en la Italia del siglo XVII a una pintora de renombre como Artemisia Gentileschi, capaz de codearse con los artistas más afamados de su época y de aceptar encargos de los más importantes nobles y cortesanos, “como si de un hombre se tratase”, decían los contemporáneos.
----------Artemisia, hija del pintor Orazio Gentileschi y crecida entre el olor de las pinturas de su padre, fue autodidacta. Sólo recibió unas pocas clases del artista Agostino Tassi quien, por cierto, en un momento de obcecación pasional la violó y tuvo que casarse con ella, aunque pronto se separaron definitivamente. Este hecho la volvió extremadamente reivindicativa.
----------El cuadro Judit decapitando a Holofernes (1620, Florencia, Galería de los Uffizi) tiene unas connotaciones especialmente interesantes, por el tema en sí y por la forma en que está tratado por la autora. La Biblia dice que Holofernes era un general que tenía sitiada la ciudad de Betulia, donde vivía Judit. La mujer consiguió, utilizando su belleza y encanto, emborracharlo y, mientras dormía la mona, le cortó la cabeza con su propia espada, dando así fin al asedio (Libro de Judit, cap. 8-14).
----------Para condensar gráficamente este relato, la artista ha elegido precisamente el instante más crudo, el más violento y desagradable: el de la decapitación pura y dura de Holofernes a manos de Judit y su asistenta. El estilo realista de Artemisia -como buena discípula de Caravaggio- la lleva a representar a una Judit que ya no es una jovencita y que, aun con sus mejores galas -raso amarillo deslumbrante- no consigue realzar la vulgaridad de un rostro contrahecho por el esfuerzo de sujetar la cabeza que está a punto de separar del tronco. El general nos mira a los espectadores suplicando auxilio y con ojos de asombro, pánico y agonía al mismo tiempo, intentando inútilmente contrarrestar con sus brazos la fuerza de las dos mujeres que, de hecho, se le han echado encima y lo tienen inmovilizado.
----------Plásticamente, el cuerpo y la pierna de Holofernes, los brazos de Judit y la sirvienta y los mismos brazos de la víctima nos incitan con sus rectas oblicuas a fijar la atención en el centro del cuadro donde se encuentra el punto fuerte de la composición: la mano de Judit que sujeta con violencia la espada con la que saja el cuello del hombre, haciendo brotar de él -como en una escena de cualquier película gore- varios chorros de sangre que le salpican el pecho y el vestido.

----------Los críticos ven en esta escena y en su violencia contenida un ajuste de cuentas de la pintora con el hombre que la violó, creándole un trauma que la marcó para toda la vida. De hecho, casi todas las obras de Artemisia Gentileschi segregan un odio cerval hacia el género masculino y son una venganza pictórica en clave artística contra aquél que, creyéndose más fuerte, abusó del débil y lo sometió en contra de su voluntad.


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