sábado, 21 de agosto de 2010

63 / MENINAS’s SHOW IV: Meninas, ¿qué Meninas?



----------Sin duda la infanta Margarita –niña al fin y al cabo- ha llegado corriendo hasta el estudio del pintor para curiosear cómo va el cuadro y saludar a sus padres, los reyes. Por eso, de golpe tiene sed y pide un poco de agua. Entonces una Menina, llamada Dª María Agustina Sarmiento, le ofrece una jarrita de barro rojo sobre un platito, al tiempo que dobla las rodillas en señal de respeto hacia la real personilla.
----------Sobre esta jarrita se han hablado muchas cosas; incluso se ha llegado a decir que estaba torneada con un barro alucinógeno capaz de provocar extrañas visiones. Pero yo me digo: ¿La infanta una drogata con sólo cinco años? Otros ven en la Menina una encarnación de la diosa Hebe, que servía –al igual que Ganímedes- las copas a los dioses en el Olimpo. Las imágenes antiguas la representan con una guirnalda en el pelo y una jarrita en la mano, como aquí. Para Velázquez parece ser la imagen de la vida, simbolizada por la mujer que da de beber a un niño. Lo dicho, puro esoterismo y significados ocultos. Pero el hecho es que la infanta, en realidad, sólo aguarda un vaso de agua, mientras mira con afecto y curiosidad hacia sus padres, que están donde nosotros, o sea, fuera del cuadro. La otra Menina, Dª Isabel de Velasco, se inclina ligeramente, sin dejar de mirar como de reojo hacia el tema principal del cuadro, la pareja real que, además de “real”, es virtual. ¿Se pilla el juego de palabras?
----------Ambas meninas, escogidas de entre las familias de noble estirpe del reino, son unos pocos años mayores que la infanta Margarita y su función es acompañarla en sus juegos y entretenimientos, evitando que el tedio se instale en ella. La palabra menina procede del portugués meninha y significa simplemente niña, chiquilla. El porqué esta palabra de origen luso primó sobre otras más castizas como rapaciña, zagala, muchachuela o nenica es un misterio irresoluble. De todas formas, ¿os imagináis cómo sonaría el cuadro si ahora se llamara Las Rapazas de Madrid, Las Zagalas de la Corte o Las Nenicas de Velázquez? Algo cutre, ¿no?
----------Las dos niñas son sólo eso, unas niñas, pero el engorro de los guardainfantes o tontillos, esos trajes anchos, acampanados e incómodos a más no poder que la reina puso de moda para disimular sus embarazos, aparte de que son un fastidio y las obligan a girarse hacia un lado para cruzar las puertas, es que les echan un montón de años encima; no les favorecen, diríamos ahora.
----------Detrás de Dª Isabel están el aya y el “guardadamas”, un hombre con el dudoso y poco atractivo oficio de vigilar simplemente a las chiquillas y no quitarles el ojo de encima. Hacer de carabina, vaya. Ambos parlotean por lo bajini, quejándose seguramente de lo mal que está la juventud madrileña en la Corte. ¡Y eso que aún no se había inventado el botellón...!
----------¡Quién les iba a decir a estas dos preadolescentes -para nosotros Mariagus e Isabelita- que, por los caprichos de la fortuna y con la ayuda del tiempo, el cuadro más famoso de la historia del arte iba a llevar su nombre y no el del rey, ni el de la reina y ni siquiera el de la infantita caprichosa y malcriada, cuyas rabietas y enfados tantas veces tuvieron que aguantar!
----------Así son las jugarretas de la fortuna. El azar, amigos, reparte la suerte a ciegas. En la entrega siguiente veremos qué pensaba sobre todo esto el tal Velázquez, el mejor experto en el asunto...

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