domingo, 7 de febrero de 2010

35 / ESTOS CIEGOS ANDAN CIEGOS



--------Ha habido artistas a lo largo del tiempo que han sentido una especial atracción por las figuras en movimiento y por el movimiento en sí. Pieter Brueghel (h. 1525-1569) es uno de ellos, y su curioso cuadro La parábola de los ciegos (Nápoles, Capodimonte) nos va a servir para introducirnos de forma somera en uno de los elementos básicos del lenguaje plástico: el esquema que subyace bajo la envoltura de los personajes que pueblan el espacio de un cuadro. El argumento no es otra cosa que una ilustración gráfica de la sentencia de Jesús en el Evangelio: “Si un ciego guía a otro ciego, ambos van directos al hoyo”.
--------Observando el cuadro y analizando las figuras una a una, veremos sólo un conjunto de seis personas ciegas, vestidas pobremente y unidas por los bastones que, a consecuencia de la caída de la primera de ellos, están a punto de morder el polvo. Pero si sustituimos cada figura por una línea recta, cada una con su grado de inclinación y las observamos en conjunto, tendremos el esquema, no de una persona que cae, sino de una caída. Lo dicho puede verse, creo que claramente, en el gráfico adjunto, que podríamos llamar esquema estructural de la obra.
--------Las seis figuras de los ciegos van inclinándose progresivamente, cada una un poco más que la anterior, desde la posición vertical del de la izquierda hasta la posición totalmente tumbada y horizontal de la figura del extremo derecho. Recurriendo al lenguaje cinematográfico, cada figura encuentra a ambos lados los fotogramas anterior y posterior que habrán de aportarle la continuidad necesaria para expresar una sensación aceptable de movimiento. Una especie de dibujo animado.
--------Todo en la imagen forma parte de un movimiento creciente de caída, sin que ninguna de las figuras pueda evitarlo. El impulso de esta caída arrastra a todos los personajes, quedando sólo repartidas aquí y allá una serie de referencias verticales, y por lo tanto estáticas -la choza, el campanario, el árbol- que el artista pone para servir de contraste y contrapunto, potenciando aún más el efecto dinámico; función parecida a la que realizan los postes junto a la vía para hacer percibir al viajero la mayor o menor velocidad del tren.
--------Sin duda alguna, Brueghel ya llevaba in mente este esquema gráfico antes de comenzar a dibujar las figuras. Y adaptó éstas a aquél como la cosa más natural del mundo...

2 comentarios:

  1. Interesante y esclarecedor análisis estructural. Viendo este cuadro recordé haber leído algo sobre él y no he parado hasta recordar dónde: Elías Canetti, Autobiografía.
    La descripción analítica que hace Canetti del cuadro es sumamente precisa y detallista:
    "...pues eran La parábola de los ciegos y El triunfo de la muerte. Todos los ciegos que he visto después provienen del primero de estos cuadros.

    La idea de la ceguera empezó a perseguirme desde que, en mi primera infancia, un sarampión me hizo perder la vista durante varios días. Y un buen día descubrí a esos ciegos que avanzan en una fila oblicua unidos entre sí por bastones o cogidos del hombro. El primero de ellos, que es también el guía, yace ya en la zanja de agua; el segundo, a punto de seguirlo en su caída, vuelve hacia el espectador toda la cara: las cuencas vacías y la boca, que, abierta por el miedo, deja los dientes al descubierto. La distancia que lo separa del tercero es mayor que la que existe entre los otros: ambos se aferran todavía al bastón que los une, pero el tercero ha sentido el tirón, un movimiento inseguro, y, vacilando ligeramente, se ha puesto de puntillas; su cara, que se ve de perfil —sólo uno de los ojos ciegos—, no trasluce miedo, sino que esboza una pregunta, mientras que, detrás, el cuarto, rebosante aún de confianza, tiene la mano apoyada en su hombro y la cara mirando al cielo. Su boca, muy abierta, parece esperar de las alturas algo que a sus ojos les está vedado. No comparte con nadie el largo bastón que lleva en la derecha y en el cual no se apoya. Es el más creyente de los seis, lleno de esperanzas hasta en el rojo de sus medias calzas; detrás de él avanzan, resignados, los dos últimos, cada cual satélite del que tiene delante. También llevan la boca abierta, aunque menos; son los más alejados de la zanja, no esperan ni temen nada ni tienen pregunta alguna. Si los ojos ciegos no tuvieran tanta relevancia, habría algo que decir sobre los dedos de los seis, que aferran y palpan de manera distinta a como lo hacen los de la gente que ve, y también sobre sus pies, que tantean de otro modo el suelo."
    Curiosísimo: nos hace fijarnos en las manos y los pies, en un cuadro que "entra" por los ojos (y nunca mejor dicho).
    Pienso también en el valor simbólico de esta pintura, en el presente político de la nación: un ciego no puede guiar a otros ciegos. Este contexto, no previsto,la hace aún más actual e interesante.

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  2. ES cierto que es como un dibujo animado, porque todas las figuras parecen estar en movimiento. Y además, me fascinan esos paisajes de fondo típicos de Brueghel. Y no hay que olvidar su humor, a veces negro.
    Saludos,

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