sábado, 13 de febrero de 2010

36 / EL ORIGEN DEL MUNDO


--------Ahí lo tenemos, con su realidad y su crudeza: el sexo femenino, oscuro objeto de deseo para unos, repelente para otros pero, en todo caso, algo inaplazable, pues todos provenimos de él. Por eso Gustave Courbet llamó a este cuadro –que se encuentra actualmente en el Museo d’ Orsay de París- El origen del mundo.
--------Cansado de un arte complaciente que sólo buscaba representar los aspectos de la vida considerados tradicionalmente “bellos” y “artísticos”, el artista francés piensa que la verdadera belleza está en la vida como tal y que el auténtico origen de la belleza es inútil buscarlo fuera de los límites de este mundo. Y lo pinta con todo el detalle, en primer plano, como motivo único, pues el rostro de la modelo es conscientemente soslayado para evitar distracciones del tema central. Todo el cuadro –no demasiado grande, por otra parte- respira sana sexualidad y, al mismo tiempo, es un presunto de la maternidad tan deseada a través de los siglos.
--------Ambas piernas conforman una V, a modo de un rincón acogedor que, durante tantos siglos, ha sido considerado por una sociedad masculina el reposo del guerrero, la fuente del placer y, a la par, el motivo de autorrealización femenina. Una poblada y espesa mata de vello –más llamativa en un tiempo como el actual en el que la depilación, en ocasiones total, se considera signo de belleza y, en el caso del hombre, señal de metrosexualidad- cubre el órgano sexual propiamente dicho –la vulva, la “pulpa”, la esencia-, aunque dejándola entrever. Más arriba el vientre suave y levemente hinchado –como creando un germen en su interior, que se diría en paráfrasis- y esa sugerencia frutal del pecho y su pezón, zonas erógenas de primer orden que son, al mismo tiempo, instrumentos ergonómicamente perfectos para la crianza de los hijos.
--------Durante siglos se ha considerado de mal gusto artístico la representación del órgano sexual femenino –no del masculino, curiosamente- y gracias a ello nuestros museos están poblados de cuadros y esculturas de mujeres asexuadas con pubis depilados y yermos montes de Venus entre las piernas.
--------Hasta que llega Courbet con su pincel de realismo y, tras los excesos heroicos de J. L. David y la contenida misoginia de Ingres, hace entrar en el arte la auténtica realidad, como un puñetazo al rostro del arte oficial. El cuadro provocó un escándalo fenomenal en su tiempo, siendo tachado de pornográfico, y fue rechazado en los Salones parisinos, en los que se exponía la pintura al uso, de forma especial la del estilo pompier, remilgada, aspaventosa y “kitsch”. Y entonces lo heterodoxo, lo fuera de lo corriente, la fealdad, la violencia, tomaron carta de ciudadanía en el arte. Después llegó Delacroix con Las matanzas de Quíos y con Sardanápalo, Géricault con La balsa de la Medusa, sus retratos de locos y sus cabezas en estado de podredumbre, y así hasta Picasso con el Guernica y sus mujeres llorando del estilo “feísta” durante las dos guerras mundiales.
--------Pero en el principio fue Courbet con El origen del mundo con la que, después de correr las cortinas de la cursilería, trajo a la cueva del Arte una ventolada de aire fresco...

1 comentario:

  1. La verdad, prefiero este desnudo al de Freud de hace unos días. Aquel me resulta obsceno. Este me parece casi casto. Saludos,

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