Leonardo da Vinci nació en un pequeño pueblo cercano a Florencia llamado Vinci, de donde sacó su apellido. Fue hijo natural de Piero da Vinci, notario, y de Caterina, de profesión campesina y por ello sin derecho a apellido. Al poco tiempo Caterina casó con un hombre de su clase y Piero con una tal Albiera di Giovani. El niño siguió viviendo con su padre varios años, por lo que almacenó recuerdos tanto de su madre como de su madrastra.
En realidad, de su infancia no conocemos nada, salvo un sueño descrito por el mismo Leonardo en uno de sus libros: “En el más remoto recuerdo de mi infancia acude a mi memoria que, hallándome todavía en la cuna, vino hacia mí un buitre, me abrió la boca con la cola y, repetidas veces, me golpeó con ella entre los labios. Tal era mi destino.” A partir de este breve texto, y estableciendo relaciones con los significados del buitre en el antiguo Egipto, el profesor Sigmund Freud de Viena escribió un ensayo sobre la relación edípica de Leonardo con su madre biológica, a pesar de lo poco que la conoció.
En el cuadro Santa Ana, la Virgen, el Niño y el cordero (h. 1500, Museo del Louvre, París), aparecen la Virgen María y su madre que, según Freud, son unas claras referencias a la madre y a la madrastra del artista, que a su vez fueron motivo -siempre según el psicólogo vienés- de la supuesta homosexualidad de Leonardo. En este cuadro –véase el dibujo adjunto- Sigmund Freud creyó incluso encontrar la figura camuflada del buitre, símbolo, desde Egipto, de la homosexualidad.
Hoy parece que dicha tendencia de Leonardo no fue tan supuesta, sino real, lo que podría explicar el hecho de que no contrajese jamás matrimonio. Además, está documentado que, en 1525, todos los alumnos del taller de Andrea Verrocchio -entre los que se encontraba Leonardo ya con 23 años-, fueron acusados de sodomía, a la que en aquella época se conocía como el vicio nefando. En dicho taller compartió enseñanzas con los que luego serían los mejores de la escuela florentina, incluido Sandro Botticelli, con quien se asoció para abrir una taberna donde se servían exquisitos platos al estilo de lo que hoy llamamos “nueva restauración”. Pero ésa ya es otra historia...
En realidad, de su infancia no conocemos nada, salvo un sueño descrito por el mismo Leonardo en uno de sus libros: “En el más remoto recuerdo de mi infancia acude a mi memoria que, hallándome todavía en la cuna, vino hacia mí un buitre, me abrió la boca con la cola y, repetidas veces, me golpeó con ella entre los labios. Tal era mi destino.” A partir de este breve texto, y estableciendo relaciones con los significados del buitre en el antiguo Egipto, el profesor Sigmund Freud de Viena escribió un ensayo sobre la relación edípica de Leonardo con su madre biológica, a pesar de lo poco que la conoció.
En el cuadro Santa Ana, la Virgen, el Niño y el cordero (h. 1500, Museo del Louvre, París), aparecen la Virgen María y su madre que, según Freud, son unas claras referencias a la madre y a la madrastra del artista, que a su vez fueron motivo -siempre según el psicólogo vienés- de la supuesta homosexualidad de Leonardo. En este cuadro –véase el dibujo adjunto- Sigmund Freud creyó incluso encontrar la figura camuflada del buitre, símbolo, desde Egipto, de la homosexualidad.
Hoy parece que dicha tendencia de Leonardo no fue tan supuesta, sino real, lo que podría explicar el hecho de que no contrajese jamás matrimonio. Además, está documentado que, en 1525, todos los alumnos del taller de Andrea Verrocchio -entre los que se encontraba Leonardo ya con 23 años-, fueron acusados de sodomía, a la que en aquella época se conocía como el vicio nefando. En dicho taller compartió enseñanzas con los que luego serían los mejores de la escuela florentina, incluido Sandro Botticelli, con quien se asoció para abrir una taberna donde se servían exquisitos platos al estilo de lo que hoy llamamos “nueva restauración”. Pero ésa ya es otra historia...
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