La naturaleza hace unas cosas maravillosas –las flores, los amaneceres y los niños, por ejemplo- pero a veces también se equivoca, con resultados realmente sorprendentes. Engendra auténticos fenómenos de feria y, a falta de reporteros gráficos, ahí están los pintores para dejar constancia de ello. En este caso nos referimos a la señora Magdalena Ventura, una italiana nacida en los Abruzzos y que fue retratada por José de Ribera, llamado "lo Spagnoletto" por su corta estatura. Esta obra puede ser admirada en el Hospital Tavera de Toledo. Cuenta la historia -que no leyenda- que, siendo Magdalena una mujer normal, a poco de dar a luz a su hijo, al que sostiene en brazos, comenzó a crecerle la barba y fue adquiriendo caracteres masculinos –sin perder por supuesto los femeninos- hasta presentar el extraño aspecto con que aparece en el cuadro. Hoy diríamos que había tenido un desarreglo hormonal agudo. Para aumentar el contraste entre ambos tipos de caracteres secundarios –el pecho femenino y el "algo más que vello" masculino-, el artista la hace posar en actitud de amamantar al niño, para que no quede duda alguna de su condición de mujer "con toda la barba", mostrando un seno algo caído pero aún vigoroso, sin necesidad alguna de silicona. Por supuesto, el retrato es un reflejo fiel del/la modelo, lo que nos incita a preguntarnos quién es en realidad más "hombre", si la señora Magdalena o su señor marido que se esconde entre la sombra con cara de resignación. Ribera cuenta los detalles del "milagro" –así lo llama en latín en la segunda línea del escrito que hay a la derecha del cuadro- de la asombrosa mutación que se produjo en esta ¿mujer? Pero este mismo desarreglo, que para muchas otras mujeres podría haber sido motivo de depresión, ella lo asume con ánimo y actitud desafiante, haciéndose así merecedora de pasar a los anales de la historia. Nada se cuenta del marido. Ignoramos en qué trabajaba este hombre, pero seguro que hoy día, bien aconsejado, habría ganado un capital acudiendo a los reality shows de las televisiones –nacionales y autonómicas- para contar con pelos y señales la experiencia de su vida conyugal con un freak, con un indiscutible fenómeno de feria. O escribiendo con ayuda un libro del que al poco tiempo se extraería el guión de una película de clase B. Pero en el aire queda flotando una pregunta clave: ¿Habría hoy día muchas mujeres dispuestas a verse de esta guisa a cambio de ser tocadas por el dedo del arte y pasar así a la inmortalidad? Respóndete, si eres mujer y si te atreves... |
sábado, 25 de julio de 2009
CON BARBAS Y A LO LOCO
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Lo cuenta Eduardo Arroyo, en sus magníficas memorias "Minuta de un testamento": "La Loreta esconde entre sus muros sorpresas, leyendas, símbolos y misterios. En el interior de la capilla dedicada a la Virgen de la Piedad, un altar secundario consagrado a santa Wilgefortis data de 1730. El nicho central del retablo encierra la estatua de madera que evoca a la santa crucificada, vestida con una tela de color morado sobre un vestido bermellón adornado con pequeños lazos azules; sobre su cabeza lleva una peluca de cabellos naturales y más abajo una verdadera barba que oculta la parte inferior de la cara. El verismo impresiona y se pone al servicio del culto a Wilgefortis, la santa portuguesa del siglo II que para preservar su virginidad imploró a Dios que le diera la apariencia de un hombre. La súplica tuvo su efecto y el padre de la santa le infligió el suplicio de la cruz."
ResponderEliminarMuy interesante, Ximo, tu comentario sobre la mujer barbuda, ya que abre el panorama sobre este tema exótico en el arte. Recuerdo que visitando Nimega hace unos años también encontré una santa con barba en un retablo. Sin duda es un caso raro, pero no único. ¡Gracias, Ximo, y seguiremos en contacto!
ResponderEliminarSiempre han habido y habrán mujeres barbudas. Creo que la más famosa actualmente es Jenifer Miller. Hay diversos reportajes y documentales sobre este síndrome y con internet es fácilisimo.
ResponderEliminarNo creo que ser mujer barbuda esté ligado por fuerza al mundo del arte y mucho menos a realitys o como lechugas se escriba.