viernes, 3 de junio de 2011

100 / VIEJO AL SOL


----------En los últimos años de su vida, Mariano Fortuny -que ya ha demostrado con creces que es un manitas increíble y un virtuoso “insoportable” en el arte de la pintura y de la miniatura-, vuelve a los viejos estilos de los viejos clásicos de la vieja España. (Mucho viejo, pero por algo será). El hombre mira a Velázquez, a Franz Hals, al Greco y, sobre todo, a Ribera y a sus santos despellejados. Siente nostalgia de la pintura-pintura, de la Pintura con mayúscula. Y pocos como él tienen capacidad para hacerla. Acepta que la pintura es esencialmente luz y color y que el motivo es lo de menos –él, que ha querido pintar La Batalla de Tetuán, de 3x10 metros, con cientos de personajes en escena, vuelve a la pintura íntima y sin aspavientos.

----------Y regresa a los argumentos nimios y ordinarios. Uno de ellos es éste del anciano desnudo puesto al sol. ¿Qué le pudo atraer en este motivo? ¿Tal vez la blanca barba que contrasta con el tono tostado de la piel? ¿La piel fláccida y arrugada del torso y las axilas? Sea como sea, coge un lienzo y lo imprima con un color ocre levemente rojizo, como hacía Velázquez y se pone manos a la obra. Las pinceladas son nerviosas y en muchos sitios se queda al descubierto el color de la imprimación, como en la parte del vientre y del inicio de la entrepierna.

----------Estamos ante una obra casi impresionista, varios años antes del Impresionismo, francés se entiende. Se nota en la búsqueda de los distintos tonos de piel, según les dé o no directamente el sol. También se nota en las pequeñas y cortas pinceladas del cuello y del plexo solar. Pero estos planteamientos quedan desmentidos por la abundancia de color negro repartida por aquí y por allá. Un impresionista hubiera pintado las carnes en sombra con muchos colores y matices, pero jamás con el negro, ya que se lo habría prohibido a sí mismo.

----------Pero lo que más me llama la atención es ese fondo totalmente oscuro ante el que posa el anciano. No está ni ante una fachada, ni en el campo, ni en una habitación con ventana. Está en ninguna parte, en la nada, en el vacío; en la negación de la luz, en el negro.

----------Pero entonces, ¿de dónde saca ese fulgor, ese brillo que embarga sus carnes tan ajadas ya por el tiempo y por el trabajo de sol a sol? ¿Y cómo guarda aún su rostro ese tono sonrosado, al tiempo que cierra los ojos para disfrutar del calorcillo matutino?

---------Milagros son del Arte, sin duda. Yo no los entiendo, ni tal vez pueda nunca aplicarlos, pero me siguen asombrando. Cosas del Arte…

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