domingo, 23 de mayo de 2010

50 / PUBERTAD




--------El bueno de Munch sigue hecho un lío. La muerte de su hermana le pilló con trece años, en una época en que estaba literalmente fascinado por ella. Después nada siguió siendo lo mismo. Pero el artista revive en sus obras está pérdida una y otra vez, como vuelve a la boca el amargor de lo que no ha sido debidamente digerido.
--------La pinta por doquier. Ha hecho una serie entera de cuadros y grabados titulada La muchacha enferma y en todos era ella. Siempre la ve como una promesa que no llegó a hacerse realidad, como una flor que se ajó al poco de brotar, como un juguete roto poco después de estrenarlo.
--------También la evoca en el cuadro de arriba. Se llama Pubertad, y está en el Munch-Museet de Oslo. Es la clara representación del paso de niña a mujer, como diría un cursi redomado. La muchacha se levanta una mañana de la cama y nota que ya es otra, no termina de identificarse con la chica que hace apenas unas horas se acostó entre esas sábanas. Desnuda como está, con el pecho incipiente de púber –de Lolita, diría algún malicioso-, se sienta sobre el colchón, aprieta las piernas y se oculta el sexo con las manos cruzadas. En su cara no hay dolor, sólo desconcierto y perplejidad. ¿Qué ha pasado? Al despertarse ha notado una sensación húmeda en la entrepierna, que luego ha resultado ser sangre. No hay herida alguna o, en todo caso, la herida está dentro. Tiene sólo doce o trece años y ya ha dado el cambio, “ya le ha venido”, hubiese dicho su madre si siguiese viva.
--------Para ella supone un trauma, y no pequeño. Al menos así parece expresarlo esa espesa sombra que la acompaña sobre la pared. Su madre murió antes de poder explicarle los secretos de la vida y los misterios de su cuerpo. Esta imagen se le quedará grabada al pintor y, en lo sucesivo, condicionará en gran medida sus relaciones con las mujeres. Se pasará la vida buscando a su madre y a su hermana adolescente, que se fueron cuando más las necesitaba.
Este es, sin duda alguna, un momento crucial, de los que se recuerdan. Neil Jordan hizo en su película En compañía de lobos (The company of wolves, 1984), una transposición a imágenes del instante mismo en que se produce la primera regla. La chiquilla –encantadora Sarah Patterson- es una Caperucita diferente que sueña con lobos que la persiguen y la acosan; con licántropos que sufren las más sangrientas transformaciones, envueltos en piel sanguinolenta y termina por enamorarse de uno de ellos. Pero todo el sueño no es más que la sensación de la primera sangre que le está bajando desde el ovario por su interior.
De niña a mujer, vuelve a repetir el cursi de turno...

No hay comentarios:

Publicar un comentario