viernes, 6 de noviembre de 2009

CINDY SHERMAN vs RAFAEL






--------Esta Cindy Sherman es la reoca. Se las da de moderna y tiene épatée a toda la burguesía neoyorquina, a los progres y al lobby homosexual y lesbiano. Es la fotógrafa de moda, lo más in, lo último de lo último, la caraba en bicicleta. Durante un tiempo se dedica a autofotografiarse, como única modelo, en blanco y negro (ver foto adjunta). Luego se pasa al color y se disfraza de los oficios más peregrinos e inusuales, en un arranque imaginativo y satírico encomiable; se ríe de sí misma hasta la saciedad. Cuando se cansa del transformismo, se sumerge en el mundo del arte clásico y se fotografía remedando cuadros de Rubens, de Rembrandt o de Rafael. Y aquí es donde la pillamos in fraganti.
--------La chica es incorregible y una permanente enfant terrible, una terrible girl que dirían los americanos. Coge a Rafael de Sanzio por banda y fusila con el mayor descaro –pechos de plástico incluidos- uno de los cuadros más famosos y conocidos del de Urbino, la Fornarina, según las malas lenguas amante del pintor, como lo demuestra sin duda alguna el brazalete que luce en su brazo izquierdo, donde pone bien claro Raphael Urbinus...
--------Pero olvidémonos un rato de Cindy Sherman y hablemos de la Fornarina. Éste es uno de los típicos cuadros que se llamaban entonces retratos nupciales, en los que era costumbre que la esposa mostrase los senos con toda naturalidad (relativa, claro, porque la obra tuvo en un principio unas puertecillas con candado para que sólo la viese quien tenía que verla, o sea, el mismo pintor). Según el biógrafo Vasari, Rafael bebía los vientos por esta mujer y vivieron amancebados un montón de tiempo hasta que, a punto de morir –con sólo 37 años-, tuvo que renunciar a ella por motivos de salvación eterna. No me extraña, porque la mujer respira sex appel por todos los poros y muestra en su mirada provocativa y en el gesto desafiante del rostro un temperamento amoroso del tipo agresivo. Hasta tal punto es así, que el mismo Vasari corrió por los mentideros romanos el rumor de que el artista había fallecido a edad tan temprana a causa de sus excesos sexuales. Yo ni quito ni pongo.
--------La postura de las manos como intentando cubrirse sin conseguirlo del todo indica castidad fingida, al estilo de algunas Venus griegas que se tapaban sin ocultar nada. De la cintura para arriba sólo un velo –por otra parte transparente- le solapa alguna zona del cuerpo. La perla que cuelga sobre el cabello es símbolo del amor. Y lleva el anillo puesto –como actualmente- en el dedo anular de la mano izquierda, desde el que, según una creencia renacentista, salía una vena que iba directamente al corazón. ¡Mira por dónde acabamos de enterarnos del porqué de las alianzas! Siempre se aprende algo. Fornarina quiere decir en italiano “hija de panadero”. Pero para nosotros es y será siempre la mujer que hizo feliz al maestro y estuvo a su lado hasta que murió.
--------Él, a cambio, le regaló tres cosas: la inmortalidad, el gustazo de poder salir en este blog y la seguridad de que su pecho se mantendrá siempre enhiesto sin tener que recurrir a la silicona, siendo por ello la envidia de tantas mujeres...

4 comentarios:

  1. Querido Ignacio: Me ha resultado magnífico el paralelismo que has establecido entre la fotografía, autoretrato diría yo, de Cindy Shelman y la sensual Fornarina de Rafael Sanzio. Está claro que noy ni punto de comparación entre las dos obras. Pero si se percibe en el arte moderno, tan a la deriva muchas veces, el ansia de anclarsea a la mesura, la proporción y el gozo de la vida que esparce la obra renacentista. En este caso, no hay duda de que Cindy no ha captado en su obra la vitalidad y el sano erotismo que dimanan de la Fornarina. Se diría más bien que la fotógrafa viene de una despedida de soltra.

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  2. Amigo Franki: Me alegra ver que has captado lo irónico de la comparación entre el león y la lagartija. La fotógrafa sólo da tema para una breve introducción posmoderna que nos permite centrarnos en lo que verdaderamente nos toca y nos interesa: la grandeza del maestro de Sanzio. La imagen simulada de Cindy no pasa de ser una boutade graciosilla -ni siquiera original- para sorprender a la burguesía ociosa y despreocupada. Un abrazo.

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  3. La tal Cindy canta...La Traviata. Fíjate, IgGarcía, en la línea -en V invertida- clavicular. ¿Pechos de silicona? ¡Quia! Pechos y vientre son atrezzo de estudio. Su "mascarón de proa"- en estado grávido(¿?) además- no es más que la careta de una carnavalada cultista.
    Y la mano izquierda ni siquiera simula el gesto pudoroso impúdico de cubrir lo que no quiere. Simplemente sostiene la "toquilla" de... ¡cortinaje1
    La mímesis creativa, en este caso, se deshace en el cartón piedra de la escenografía. ¡Si el de Urbino levantara la cabeza...!

    Espinardo

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  4. Hola, Anónimo: celebro que poderes la diferencia entre una carne auténtica que se puede tocar -la Fornarina- y la escenografía de trampa y cartón de Cindy. Evidentemente no pretende ocultar la falsedad de su montaje -faltaría más, sería el colmo- sino que se apunta a la moda del feísmo y de lo facilón, de lo graciosillo y de lo ingenioso y snob por snob. Un abrazo.

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