sábado, 28 de noviembre de 2009

25 / PINTANDO CATEDRALES






--------Claude Monet se encuentra en Rouen. Nadie sabe exactamente qué está haciendo en esta ciudad provinciana. Lo cierto es que lleva una temporada viajando de un lado a otro, buscando temas para pintar. Durante un tiempo le dio por vivir en una barca, para poder ir representando diariamente los reflejos de las orillas del río. Ha recorrido los acantilados de Normandía y las costas de Bretaña. Persigue el sol y la nieve, la hierba verde y la seca, los ríos, los lagos y los estanques. Siempre, eso sí, que les dé el sol de lleno. Porque, independientemente del motivo, sólo busca pintar una cosa: el sol y sus innumerables variantes en la naturaleza.
--------En Rouen ha alquilado un pequeño apartamento frente a la catedral y apenas sale de él. Se encerró hace unos días con más de una docena de lienzos. La gente piensa que se ha vuelto loco pero, si no es así, puede que lo esté al acabar esta experiencia, pues se ha propuesto pintar, con la catedral como soporte, el viaje del sol desde que nace hasta que muere.
--------No para en todo el día, y apenas corta para comerse un bocadillo. Está pintando la catedral, pero no le interesa la catedral, sino los efectos del sol sobre la fachada. Por eso el dibujo es muy parecido en todos los lienzos, como si se tratase de una foto fija o una plantilla. Lo importante es el color de cada momento y más importante aún es el cambio que se va produciendo a lo largo del día.
--------Lleva ocho o diez cuadros al mismo tiempo y pasa de uno a otro cada una o dos horas, porque la luz ya no es la misma. El cuadro de arriba lo está pintando mientras amanece y el edificio va surgiendo de la niebla como un fantasma o un gigante que se despierta. El cielo aún está indefinido y las piedras se ven de un color casi transparente; hay tonos azules y tonos anaranjados, pero todos son tenues y sin contrastes violentos.
--------El segundo cuadro lo está pintando durante las horas del mediodía, cuando el sol está en lo más alto y los contrastes de luz y sombra son más bruscos. El rosetón y los arcos lanzan intensas masas de sombra hacia abajo. El cielo es intensamente azul y las piedras del templo parecen ascuas. Imposible distinguir los detalles. Hay una luz cegadora que lo impide.
--------El tercer cuadro lo reserva para los días en los que el cielo está plomizo y las nubes ocultan el sol. Toda la fachada se ve del mismo tono, sin contrastes, y es posible identificar con mayor facilidad los huecos y las figuras. Las piedras tienen un color pardo, el cielo está gris y presenta un matiz rosado. Este sólo lo retoma de vez en cuando y por eso tiene que pintarlo a una mayor velocidad.
--------Pinta frenéticamente, sin pensar demasiado, como llevado por una fuerza interior; otros dirían a tontas y a locas. Se fía de su ojo más que de su razonamiento. De vez en cuando le viene a la cabeza la frase que sobre él dijo Paul Cézanne a unos amigos:
--------“Monet es sólo un ojo, pero ¡qué ojo...!"

4 comentarios:

  1. De catedrales o de... membrillos. El afán del pìntor por captar la inefable -así la poesía en ocasiones- se vuelca en la serie de Monet. Y en el membrillo de Antonio López. Y en "el sol del membrillo" de Erice.
    Pintar la luz,he ahí uno de los propósitos creadores de los más grandes. Y contarlo en el cuadro. Es, mutatis mutandis, la mística de la pintura: captar con el ojo del corazón lo que es inefable también en pintura. Los colores de la luz en la paleta, el alma de las palabras en el verso: ut pictura, poiesis.

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  2. Hola, Anónimo: Excelentes palabras y reflexiones que nos enfrentan a la misma raíz de la pintura y el arte. ¿Interesa el motivo o el hecho en sí de pintar? En esta serie de Monet ambos se fusionan en un solo ser, por lo que muy bien adelantas que supone un encuentro con lo inefable, el grado máximo de depuración. Hay otros ejemplos similares -e irán apareciendo poco a poco en este blog- pero ninguno tan palpable como éste de Monet. Abrazos. Ignacio.

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  3. Eres un buen guía de arte. Lo que me gusta de esas pinturas de Monet precisamente es eso, que aparecen indefinidas, porque ha sabido captar los efectos de la luz. A mí, a veces, los objetos me parecen más fascinantes cuando aparecen borrosos, por los reflejos de la luz o por la niebla. Es como si viera el fantasma de las cosas, como si no se hubieran materializado del todo. Es eso lo que veo en estas pinturas de Monet, la fuerza de lo indefinido. Gracias, maestro.

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  4. En efecto, Susana, lo indefinido y lo borroso es lo vivo, lo sometido a los cambios climáticos y lumínicos. Lo definido y excesivamente detallado es lo expuesto, lo muerto, lo embalsamado. Velázquez lo dejó claro hace ya mucho... Un abrazo.

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