sábado, 24 de octubre de 2009

YO QUIERO SER UN ANDRÓGINO II



--------Entre el cúmulo de figuras que pueblan la bóveda de la Capilla Sixtina de Roma, decorada al fresco por Miguel Ángel durante cuatro años, se dan con alguna frecuencia los andróginos pues tanto los ángeles –mensajeros y acompañantes de Dios- como los “ignudi” –figuras desnudas que sirven para separar unas escenas de otras- aparecen en poses forzadas, propias del Manierismo o estilo amanerado inaugurado por el artista en esta obra inmensa.
--------Tal vez el más significativo por su aspecto totalmente indefinido está en la escena de la creación de Adán y el mismo Dios Padre se apoya con su brazo izquierdo sobre él. El aspecto recio y exageradamente masculino de Dios creador, que aparece con todos los músculos en tensión por el esfuerzo concentrado de transmitir a través de la punta del dedo índice el élan o principio de la vida al primer hombre, encuentra su contrapunto en la figura de ese ángel preadolescente que se refugia bajo el brazo poderoso de su Señor.
--------Su pelo rubio ensortijado y recogido en un moño al que no le falta su punto de coquetería sirve igualmente de contraste al pelo cano de Dios, agitado con fuerza por el viento. El muchacho mira con los ojos exageradamente abiertos, sin perder detalle del hecho trascendental que está teniendo lugar. Su cuerpo es suave y delicado, así como los rasgos de su rostro oval. Con su mano izquierda sujeta con cuidado la ruda muñeca de Dios. Ni tensión ni movimientos bruscos; sólo finura y feminidad en el porte, masculino por otra parte.
--------La misma indefinición muestra la figura del ángel que Salzillo colocó en el paso de la Oración en el Huerto (Museo Salzillo, Murcia), para que ofreciese consuelo a Jesús mientras rezaba y sudaba sangre previendo los tormentos de su Pasión. La expresión de su rostro es sumamente dulce y por estas tierras murcianas corre la voz de que Salzillo, para afrontar un tema tantas veces discutido como el del sexo de los ángeles, tiró por la calle de enmedio, tallando media cara con rasgos femeninos y la otra media con facciones de muchacho –lampiño, por supuesto-, creando así la indefinición sexual que muestra el adolescente.

--------¿Ángel o Ángela? Pregunta difícil de contestar. Pero tampoco es una cuestión tan urgente cuando sabemos que los grandes humanistas del Renacimiento –Leonardo, Miguel Ángel, Rafael y tantos otros- abogaban por la combinación de lo mejor de cada uno de los dos géneros. O sea, por la androginia.
--------Yo mismo -insisto- querría ser un andrógino, porque eso sería como vivir dos vidas al mismo tiempo...

1 comentario:

  1. Esos rostros que poseen la gracia de los dos sexos tienen el don de atraer tanto a unos como a otros. Por eso tienen tanto magnetismo. A mí me resultan muy sutiles, precisamente por ser indefinidos. Evitan los rasgos acusados de los hombres y la dulzura, a veces excesiva, de las mujeres. Todo esto es lo que me has hecho pensar al respecto. Nunca antes me lo había planteado. Gracias.

    ResponderEliminar