domingo, 20 de febrero de 2011

89 / EL COLOSO ¿DE GOYA?


----------Goya era un experto en los temas escatológicos. Bien lo demostró en sus grabados, concretamente en Los Sueños, el primero de los cuales lleva la leyenda El sueño de la razón produce monstruos. En estas obras menores da rienda suelta a su imaginación calenturienta y a sus complejos, criticando mordazmente a la burguesía hipócrita de su tiempo y sus costumbres depravadas.

----------Otro tanto hace con su colección de grabados Los desastres de la guerra, en los que actúa como un reportero gráfico fiel, dejando constancia de las barbaridades que uno y otro bando fueron capaces de cometer durante la Guerra de la Independencia: desmembramientos, violaciones, empalamientos, mutilaciones, etc.; todo un fresco de crueldad y de morbo casi al mismo nivel que nuestros telediarios de hoy.

----------En su lienzo El Coloso (Museo del Prado, Madrid), un personaje de enorme tamaño y aspecto terrorífico amenaza a la tierra, semejante a cualquiera de las diez plagas de Egipto o a alguno de los cuatro jinetes del Apocalipsis. Con los puños cerrados y los brazos en posición combativa, su cuerpo enorme se eleva por encima de las nubes mientras, a sus pies, grupos desordenados de personas y animales huyen despavoridos en todas direcciones: los toros al este, los caballos y los carros hacia el oeste, unos hacia los árboles protectores, otros hacia la sombra pavorosa, arrollándose unos a otros, tirando los caballos a los jinetes... Todo es confusión y miedo, el mundo tiembla de terror y los seres son presa de la agitación y el desconcierto...

----------Pero un momento..., ¿todos? Entonces, ¿qué hace ahí, en primer plano, ese burro blanco, firme como un poste, ajeno al terror que asola al mundo y preocupado únicamente por guardar la compostura y seguir rumiando la poca hierba que el suelo devastado le ofrece? ¿Acaso cuenta con información privilegiada que le permite pasar de todo? ¿Es quizás sordo y ciego? ¿Tiene tal vez un C. I. espectacularmente alto? ¿Será, por el contrario, un auténtico asno, incapaz de percibir el fragor de una bomba que estalle a su lado?

----------Seguramente se trata de la agudeza del inconsciente. Sin duda es el único que comprende que, ante la amenaza que se avecina, es inútil dejarse llevar por el pánico y es más conveniente aplicar el principio del CARPE DIEM, aprovechando la última brizna de hierba y el último aliento para reírse del mundo. Cuán cierto es que, en muchas ocasiones, los tontos llegan menos lejos, pero son más felices.

Y cuánta razón tuvo Goya en sus predicciones –o Asensio Juliá, su amigo, a quien ahora se atribuye esta obra- al hablar de la solemne estulticia del mundo y sus pobladores...

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