sábado, 6 de marzo de 2010

39 / EL PAPA GRITÓN






--------Está más que demostrado que pueden darse relaciones intensas entre diversos hechos y personas, aunque estén separadas entre sí en el tiempo y en el espacio. Veamos:
--------1650. Velázquez se encuentra en Roma, enviado por el rey Felipe IV para comprar obras con destino a las colecciones reales y para hacer los retratos de algunos personajes de la Curia Papal. Entre otros, pinta el retrato del mismo Papa Inocencio X (Galería Doria de Roma), quien lo encuentra “demasiado real”. Dicha joya encabeza este artículo.
--------1925. Serguei M. Eisentein, el famoso director de cine soviético, inventor del montaje dialéctico, rueda El Acorazado Potemkin, film en el que narra, con sólo imágenes y música, un hecho ocurrido veinte años antes y que fue la primera chispa para la Revolución Rusa de 1917. Uno de los fotogramas de la secuencia de la masacre en la escalinata de Odessa que baja hasta el puerto muestra a una mujer con gafas que es herida en un ojo por los disparos del ejército zarista. Ésta es la segunda imagen.
--------1953. Francis Bacon, en su estudio londinense, colecciona todos los libros en los que aparece el Papa Inocencio X de Velázquez y, además, tiene clavada con una chincheta en la pared de su estudio la foto de la mujer del film de Eisenstein, que grita al sentir su ojo atravesado por una bala.
--------Entonces se produce el milagro: dos modelos punteros, cada uno en su época y en su estilo, confluyen por gracia del genio y se convierten en otra cosa que consigue ser la síntesis de ambos, unificando las tendencias del arte por encima del tiempo y el espacio. Y el Papa comienza a gritar. Esta obra se llama Estudio según el retrato del papa Inocencio X y se encuentra en el Des Moines Art Center, Iowa.
--------No es posible atribuir esta génesis sólo al azar, pues el artista lleva largo tiempo trabajando en el tema. El mismo Bacon lo confiesa: “Compro libro tras libro con esa ilustración del Papa de Velázquez porque sencillamente me acosa y porque despierta en mí toda clase de sentimientos...” No es una necesidad religiosa pues, para el pintor, la religión es algo que le trae totalmente indiferente. Se trata, digamos, de una obsesión difícil de explicar. Tampoco es que quiera expresar simplemente la angustia o la soledad, aunque muchos de los Papas de esta serie están encerrados en cajas de cristal transparente, lo que sin duda nos puede provocar la sensación de claustrofobia. Con gafas o sin ellas, el personaje permanece firmemente asido a su silla de terciopelo y se aferra a ella como a una tabla de salvación.
--------Y luego está esa boca abierta, tomada –igual que las gafas- del fotograma de Eisenstein. Sin poder remediarlo, la mirada se nos va hacia esa abertura que se va haciendo cada vez más grande, dentro de la cual destella un abismo de oscuridad. El mismo pintor lo escribe: “Me gusta el brillo y el color que sale de la boca; siempre tuve la esperanza de poder pintar una boca, lo mismo que Monet pintaba una puesta de sol”... ¿La caja encierra la angustia y la concentra, o simplemente la defiende del mundo exterior? ¿Por qué una figura señera como la del Papa tiene esa necesidad existencial de gritar? ¿El grito lo libera o lo hunde cada vez más en su caja de soledad?
--------Por la boca entra la angustia hasta el alma y de ella sale transformada en grito. Un grito mudo, pero elocuente. El grito del Papa, de Bacon y de tantos otros...

1 comentario:

  1. Muy muy interesante. Una de las pinturas de Bacon que más admiro. Gracias,

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