miércoles, 11 de abril de 2012

140 / ESPERANDO UNA TUMBA





Tengo que confesar que éste es uno de los cuadros más extraños que conozco sobre el tema; fue pintado por el italiano Carpaccio. Se trata de una obra que podríamos –usando el argot del cine- llamar “coral”, por la cantidad de elementos que aparecen en escena. Vamos a analizarlo con atención, ayudándonos del esquema adjunto:

En primer plano aparece el cuerpo de Jesús que, después de ser bajado de la cruz, ha sido colocado sobre un largo velador de patas torneadas, de un falso estilo Luis XV, bastantes años antes de Luis XV. Allí el cuerpo aguarda a que la tumba esté preparada (1). Todo el suelo está sembrado de calaveras y de fragmentos de esqueletos, tanto de hombres como de animales, por lo que se deduce que este lugar está destinado a ser un osario (2). A la derecha del cadáver vemos a un anciano semidesnudo que, apoyado en el tronco del árbol, dormita o reflexiona (3). Opino que –dando un salto en el tiempo- debe ser un ermitaño que ha hecho de la meditación sobre la muerte de Jesús el objetivo de su vida. Más a la derecha observamos a la Virgen Dolorosa que es consolada por María Magdalena, echadas ambas por el suelo (4). Detrás de ellas, más lejos, otro par de mujeres siguen llorando la muerte
de Jesucristo (5).

Al fondo a la izquierda, un anciano –José de Arimatea, sin duda- prepara una jofaina con agua para lavar el cuerpo, mientras unos operarios están adecuando la tumba y la piedra de la entrada para ponerla en uso (6). El centro de la imagen está sembrado de ruinas de monumentos y templos antiguos (7), señal inequívoca de que el antiguo orden de los dioses clásicos ha llegado a su fin y, tras la muerte de Jesús, comienza un nuevo orden basado en el amor. Un poco más a la derecha hay un pequeño montículo con la abertura de una tumba –no olvidemos que todo el terreno es un camposanto-, ante cuya puerta se encuentra una momia enhiesta, apoyada contra la roca, con los brazos cruzados sobre el pecho (8). Sobre este mismo montículo, un pastor vigila las ovejas mientras otro, frente a él, se dedica a tocar la flauta (9). A lo lejos, a ambos lados, paisaje marino incluido, la gente se afana en sus tareas y en sus negocios, monta a caballo, cultiva sus campos y sigue con su vida (10).

Aparentemente todo muy normal, muy de vida corriente pero, ¿qué hace ahí esa momia (8) con la piel negra ya, al pie de su tumba, y quién la ha sacado de su reposo? ¿Terminarán sus huesos esparcidos por el osario (2), donde tantos hay? Y además, ¿por qué el pastor despistado (9) sigue tocando la flauta a todo pulmón?

¿No sabe, pobre ignorante, que alguien muy importante ha muerto y que toda la naturaleza está de luto?

1 comentario:

  1. Muy apropiado el tema para las recientes fechas.
    Aunque habitualmente no ponga ningún comentario en tus Posts, espero con ganas, cada semana, leerlo y aprender algo de arte, Ignacio.
    No dejes de hacerlo

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