viernes, 2 de septiembre de 2011

112 / LA VIE EN BLEU, NO EN ROSE




Ya lo dijo Dalí en una de sus típicas boutades: “¿Picasso es comunista? ¡Yo tampoco!”. Ignoramos si Picasso fue un comunista convencido o si su aportación a la Internacional –la paloma de la Paz- se debió al azar o al compromiso. Sí sabemos que no era cristiano, al menos como se suele aceptar comúnmente. Por eso no tiene piedad cuando pinta los personajes de su época azul (en inglés blue=tristeza). Tampoco pretende despertar nuestra conmiseración ni conmover nuestras entretelas. Sólo busca, en el fondo mismo de la más profunda miseria, un algo de vitalidad, una pizca de vida.

Así se llama precisamente, el cuadro que nos ocupa, La vida, (Museum of Art, Cleveland). Su argumento –que lo tiene, igual que contiene su gota de tragedia- había sido desarrollado con anterioridad por el pintor austríaco Gustav Klimt en su cuadro Las tres edades de la mujer, que comentaremos dentro de poco en el post 114. En un ambiente cerrado e indefinido aparece una muchacha joven abrazada a su pareja; a la derecha, una mujer madura sosteniendo un niño en brazos; en los cuadros del fondo, una pareja mayor abrazándose y, debajo, otro anciano/a en soledad.

El cuadro tiene estructuralmente una indudable influencia del retablo cristiano, con los dos grandes conjuntos a ambos lados Adán y Eva y la Virgen María con el Niño- y, en el centro, otras figuras más pequeñas de santos, eremitas o mártires. Otros elementos como la simetría, el estatismo de las figuras y la distribución simétrica no hacen más que evidenciar esta influencia. Pero dejemos las connotaciones de tipo religioso para otra ocasión y centrémonos en el contenido visual: Toda la escena está cargada de tristeza –blue- y los personajes están herméticamente encerrados en sí mismos. Tan sólo el hombre –en este caso el elemento principal- alarga su mano en referencia a la figura de enfrente, la madre. Los demás tienen la mirada perdida y las manos atadas de una u otra forma. Todos se dejan envolver por una indescriptible sensación de nostalgia, de tristeza y soledad. Nada existe fuera de ellos y cada uno sólo se tiene a sí mismo para sobrevivir.

Y para terminar, la anécdota. En los bocetos preparatorios, la figura del hombre tenía el rostro del mismo pintor pero, por entonces, ocurrió el suicidio de un pintor amigo, el catalán Casagemas, debido a la frustración provocada por un problema de impotencia. Por ello el artista borró su propia cara y dibujó en su lugar la del suicida, quedando así definida, una vez más, otra de las maravillosas paradojas del arte: El rostro de un hombre que acabó con su propia existencia, legada a la posteridad como imagen central de un cuadro llamado precisamente LA VIDA...

Cosas del Arte y cosas de Picasso... ¿Puede que ambos sean la misma cosa? No sé, no sé...


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