domingo, 21 de noviembre de 2010

76 / COPIANDO COMO DESCOSIDOS



----------¿Realmente cree la gente que los artistas, incluso los más conocidos o famosos, los creadores de corrientes plásticas, han sido totalmente originales? Esta es una pregunta a la que es difícil contestar de manera afirmativa. Los motivos para el arte son infinitos, pero a lo largo de su historia se han ido creando unos géneros –el desnudo, el paisaje, el bodegón, el retrato, etc.- que se han llegado a convertir en lugares comunes, en pozos de los que todo el mundo ha ido sacando agua en forma de inspiración.
----------Es un hecho que Goya, en su juventud, hizo copias de cuadros de Velázquez; Rubens fusiló, con leves cambios, cuadros del Caravaggio y de otros autores; del gran Picasso ni hablamos, pues se le considera el gran devorador de las obras de los otros. Hace tiempo pronuncié varias veces una conferencia con diapositivas en la que analizaba de dónde había extraído Picasso muchos de sus temas y las numerosas interpretaciones que había llegado a hacer de las obras de otros autores. Y esta lista es interminable. Basten como botón de muestra las más de cincuenta versiones sobre las Meninas que hay en el Museo Picasso de Barcelona, en pleno Barrio Gótico.
----------Hace poco me encontré con una imagen curiosa cuyo autor no es excesivamente conocido por el gran público, aunque sí por los estudiosos del Arte. Se trata de Francis Picabia que, en el periodo entre guerras, batalló en la corriente surrealista en la que también militaron Max Ernst, André Breton, Óscar Domínguez y el mismo Salvador Dalí. El cuadro, pintado antes de su época surrealista, se llama Mujeres con bulldog y está en el Centro Pompidou de París. Como podéis ver arriba, se trata de dos mujeres sobre una cama, una arrodillada y otra tendida con una boa sobre el cuerpo. Entre ellas reposa un perro de la raza Bulldog, de pelaje blanco y
negro. Al fondo, una ventana con celosía emplomada deja ver un árbol seco. Todo muy normal...
----------Pero el azar quiso que, por pura casualidad, encontrase también en un libro el motivo de inspiración que
tuvo Picabia para este cuadro: una simple y vulgar fotografía publicitaria aparecida en una revista de modas, nada importante por otra parte. Entonces aún no existía el color en las reproducciones sobre papel. La mujer está sola sobre la cama y una cortina sirve de fondo a la escena. Ha introducido novedades y ha cambiado algunas cosas. La relación es palpable, desde luego, pero ¿podemos hablar de plagio? ¿Se trata de una sublimación de una fotografía vulgar? ¿Es el artista –aunque se trate de uno reconocido socialmente- un demiurgo capaz de inocular arte a lo que no es más que una simple imagen publicitaria? Por aquel entonces, otro miembro del grupo surrealista, Marcel Duchamp, había cogido un urinario industrial y lo había expuesto en una galería de arte, con el título Fuente y su firma, con lo que su precio subió incontables enteros. ¿Sucede algo parecido con esta imagen?
----------Mientras dejamos estas cuestiones pendientes para que cada uno se responda, llega el mismísimo Francis Picabia y, después de un largo momento de reflexión, abre la boca y suelta: “Nuestra cabeza es redonda para que el pensamiento pueda cambiar de dirección”.
----------Y se queda tan pancho, oyes, te lo juro...

2 comentarios:

  1. Enhorabuena, Ignacio, esta entrada me ha gusta especialmente. Me encantaría escuchar esa charla sobre la inspiración de los artistas.

    ResponderEliminar
  2. Gracias, Disis, por tu apoyo. Cerebro que disfrutes con estas pocas líneas.El arte es inmenso.

    ResponderEliminar