lunes, 15 de noviembre de 2010

75 / DURERO vs DURERO







----------Alberto Durero tenía una altura intelectual pasmosa y estaba al mismo nivel que los grandes humanistas italianos, Leonardo y cía., pero tuvo la -¿mala?- suerte de nacer en Alemania pues, en temas de arte, la cultura germánica se nos queda, lamentablemente, bastante lejana. Los primeros años de su vida y de aprendizaje sentía una curiosidad casi malsana por su propio rostro y nos fue dejando una serie de autorretratos, mostrando sin pudor alguno cómo un joven se va haciendo hombre, no delante de la cámara –que aún no existía- pero sí delante de su espejo y su pincel.
----------En la primera de las ilustraciones aparece como un muchacho ya salido de la adolescencia, con 22 años y toda la vida por delante. Sin duda es el típico retrato de los llamados “de noviazgo”, con los que el pretendiente se daba a conocer a la novia antes de firmar el compromiso. En la mano derecha lleva una flor de cardo, símbolo de fidelidad masculina. Se casó con Ana Frey y no sabemos si fue fiel o no, pero parece probado que su matrimonio no resultó demasiado feliz.
-----------En el segundo autorretrato ya tiene 26 años y está empezando a ser conocido. Esta versión parece prácticamente la misma que la del cuadro anterior, salvo que se ha dejado bigote y barba y se ha rizado el pelo. Deja caer la capa con coquetería desde el hombro izquierdo y ya no necesita símbolos en sus manos, que cruza con relajación. En cambio, sí que abre una ventana al campo alemán al estilo de los retratos italianos, pues ya ha visitado Roma. Se está abriendo al mundo que se le presenta como un objetivo a conquistar con las únicas armas de sus pinceles y de su genio.
----------Pero algo sucede por entonces que le hace tomar una confianza imparable en sí mismo. Sin duda nuestro hombre, cumplidos los 28 años –tercera imagen-, es otra persona que ha dejado atrás para siempre las dudas y las vacilaciones de juventud y ha entrado de repente en la madurez. Se siente nada menos que todo un hombre. Se quita el sombrero, se despoja de los vistosos trajes a la moda y se coloca un austero abrigo marrón con cuello de piel para retratarse de nuevo. El cabello sigue ondulado de manera aún más persistente. Ya no nos mira de soslayo, como en los dos primeros retratos. Ahora se planta de frente, cara a cara al mundo y a nosotros, los espectadores, desafiante y como quien no tiene nada que ocultar. A partir de aquí se manifiesta el Durero de los grandes apostolados sobre tabla, el naturalista incansable y ante todo curioso, el grabador inquieto que siente afán por experimentar las nuevas técnicas de reproducción. En resumen, pinta el retrato de un genio.
----------Pero –todos lo sabemos- también los genios tienen flaquezas, aunque nunca en su arte. Algún tiempo más tarde nota un dolor en el vientre, que no termina de quitársele. Pero su trabajo es lo primero y no tiene tiempo de visitar al médico. Así que se dibuja otro autorretrato –esta vez a plumilla sobre un simple papel- y se lo manda al médico escribiéndole en la parte superior y en alemán: “Noto un bulto aquí y me duele. ¿Qué tengo?”
Parece que sólo se trataba de una pequeña inflamación en el bazo, a consecuencia de unas fiebres palúdicas que contrajo en Italia durante uno de sus viajes. Menos mal...

3 comentarios:

  1. Curiosa manera de consultar al médico y qué cómodo. Siempre me descubres cosas interesantes.
    Gracias.

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  2. Estoy con Susana... me parece cómoda la manera de consultar al médico, pero entre dibujar e ir, yo habría elegido ir. Qué pereza ponerse a dibujar.

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  3. CURIOSO..LOS ARTSTAS Y SU LOCURA. FASCINANTE DURERO

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