lunes, 8 de noviembre de 2010

73 / EL GUERNICA Y SU PADRE


----------Cuando Picasso recibió del valenciano Josep Renau, por entonces director del Museo del Prado, el encargo de pintar un cuadro de grandes dimensiones para el Pabellón Español de la Exposición Internacional de 1937, se quedó más bien frío. Se pasó semanas y meses sin saber qué hacer hasta que, mirando unas fotos periodísticas del bombardeo de Guernica, se le encendió la bombilla y encontró el tema.
----------Pensó que debía ser algo en blanco y negro para potenciar el efecto dramático. Y también porque la prensa hablaba de que el aire de la ciudad vasca estaba cargado de un humo gris procedente de las bombas de aluminio alemanas recién estrenadas. Decidió que estaría trabajado en estilo cubista o poscubista, porque lo tenía reciente y se encontraba cómodo en esa forma de trabajar.
----------Bien, ya tenía el tema y el estilo pero ¿y la iconografía? ¿Qué figuras meter en un lienzo de más de 3x7 metros? ¿Aviones, soldados, bodegones, lo más tópico de lo tópico en un cuadro más sobre la guerra? ¿Algo histórico, lejano y legendario, o algo próximo y reciente, capaz de conmover al público y orientarlo hacia la causa republicana?
----------¡Y entonces le saltó la chispa! Echó mano de una carpeta donde guardaba las obras de los últimos años, encontró un grabado sobre plancha de zinc llamado Minotauromaquia y pensó: Una reelaboración de estas figuras sin duda me sacará del apuro. Y respiró con alivio, porque sólo quedaba el trabajo de llevar el tema a la tela. Para él la faena más sencilla.
----------El resto se queda a nuestra observación. En efecto, ambas obras –el Guernica y el grabado- contienen unas figuras a las que podemos encontrar una clara equivalencia. En el grande hay un toro y en el pequeño un Minotauro, hombre con cabeza de toro. En ambos aparece un caballo herido. En el lienzo una mujer porta un quinqué y en el papel una niña lleva una vela en la mano izquierda y unas flores en la derecha; también hay flores en el Guernica. En el primero otra mujer, a la derecha, se arroja ardiendo desde lo alto de una escalera y en el grabado un hombre con barba sube -¿o baja?- por otra escalera. En la parte superior de ambos, más mujeres se asoman a una ventana. Y la paloma, moribunda o no, está presente en las dos representaciones. La mujer-torero herida de muerte encuentra su eco en el guerrero destrozado del rincón inferior izquierdo. Por último, en ambas obras los personajes se mueven de derecha a izquierda. Y en las dos hay espadas.
---------- ¿Casualidad? Lo dudo, pues sería demasiada coincidencia. Picasso, el mayor copión de la historia del arte, en esta ocasión se copia a sí mismo y sale victorioso de la empresa. Pero los que admiramos su genialidad estamos contentos de haberlo pillado in fraganti y de conocer, por fin, el origen de la iconografía del Guernica.
----------¿Y la iconología, o sea, el significado y la símbología de cada uno de estos personajes? Pues eso, amigos, tendrá que quedarse para otra ocasión...

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