sábado, 19 de septiembre de 2009

ÍO Y JÚPITER II

              Nos quedamos cuando Júpiter, para proteger a Ío de la furia de Hera, la esposa engañada, la convirtió en vaca, o dejémoslo en novilla, que es más fino. La diosa insistió en pedir a su marido que le regalase la ternera –ya sabemos para qué- y el dios, para quitársela de encima, consintió. Con el fin de tenerla vigilada, Hera le puso como guardián a Argos, apodado Panoptes, o sea, el de los innumerables ojos. Pongamos que tenía cien, que ya está bien, pues mientras cincuenta dormían, los otros cincuenta vigilaban. Y el folletón prosigue...

            Entonces Júpiter, viendo las intenciones de su esposa, mandó al astuto Mercurio a recuperar a la novilla. Éste urdió un plan que no podía fallar: comenzó a tocar una música suave y dulcísima, combinada con cuentos y relatos exóticos hasta que logró que los cien ojos de Argos se fuesen durmiendo uno tras otro. Una vez dormido, le cortó la cabeza y le arrebató la vaca. Hera, al ver esto y para perpetuar el recuerdo del fiel Panoptes, tomó los cien ojos y se los colocó al pavo real en la cola.

            Hagamos un alto en la novela. Observemos este cuadro tan curioso –por lo inusual de su formato-, pintado por Velázquez y que se encuentra en el Museo del Prado. En él vemos a los dos personajes, Argos a la derecha, sin los cien ojos –seguramente el pintor pensó que no merecía la pena pasarse varias semanas pintando párpados y pupilas- y Mercurio, el mensajero, a la izquierda. Los dos tirados por el suelo, no diré como guiñapos, pero sí en actitudes impropias de la nobleza y elegancia que se supone a los dioses. Esto es lo más llamativo de Velázquez: trata a los enanos y a los deficientes con el estilo propio de un dios y, por contra, es capaz de representar a los dioses con aspecto de mendigos o pordioseros. De lo que se deduce que no era muy dado a las mitologías ni a las invenciones literarias y prefería la vida real y la sociedad –no demasiado boyante- de su tiempo. Seguramente por esto, el pueblo ha rebautizado sus cuadros con nombres populares como Los borrachos o Las hilanderas, en vez de sus títulos originales que eran El triunfo de Baco y La fábula de Aracné.

            Sigamos. Por detrás de los dos personajes se pasea la novilla, pastando bucólicamente. Todos recordamos de quién se trata, pero ¿qué fue de ella?

            Hera, viendo frustrado su plan, envió un tábano contra la ternera para incordiarla y ponerla nerviosa. El animal, asustado, echó a correr despavorido, cruzó el mar –que a partir de entonces se llamó Mar Jónico, o sea, de Ío- y llegó hasta Egipto. Allí Júpiter, cansado ya de las correrías de su protegida, devolvió a Ío la forma humana -¡por fin!- con una suave caricia, caricia que aprovechó para dejarla embarazada de nuevo. Y ya van dos. El niño se llamó Épafo y de él surgieron las dinastías egipcias.

            Habréis podido observar que la historia se enreda más que la cuerda de una campana, pero la culpa no es mía, sino de un tal Ovidio que narra todo esto en su libro Las metamorfosis, que trata esencialmente del tema del transformismo y similares.

            Lo cierto es que este folletón nos ha permitido –no me lo negaréis- conocer dos cuadros excelentes, uno de Correggio y otro de Velázquez, con lo que hemos aprendido algo nuevo y ya nos podemos acostar... ¡Buenas noches!


5 comentarios:

  1. Desde luego, esta historia tiene un final sorprendente. Ignoraba que el arte se hubiese nutrido hasta este punto de la mitología y de las leyendas. Te agradezco las aportaciones semanales.

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  2. Hola de nuevo, Anónimo: Hay que tener en cuenta que el arte, hasta los siglos Xvii o XVIII se ha inspirado exclusivamente en la religión y en la mitología griega o romana. Al menos el arte occidental. Luego ya empezaron a llegar los encargos particulares, retratos familiares y otras cosas por el estilo. Gracias. Un abrazo.

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  3. Realmente era complicado este Jupiter para conseguir ligar.

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  4. No lo sabes tú bien, Ino. Imagínate un dios joven, fogoso y con poderes mágicos, dueño de cielo y tierra. Algo insoportable. Un abrazo.

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  5. Me parece interesante el contenido y el objetivo del blog.
    Volveré con más tiempo.
    Saludo desde Buenos Aires.
    Juan.

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